El municipio de La Paz, en el departamento del Cesar, es uno de los territorios con mayor extensión rural y vocación agrícola. Esta realidad ha sido entendida a la perfección por su actual mandatario, Wilson Rincón Álvarez, quien ha emprendido una cruzada para devolverle a este municipio su lugar como una de las despensas agrícolas más importantes del departamento.
La apuesta no solo responde a una necesidad económica, sino también a una visión social: dignificar el trabajo del campesinado, reconocer su rol clave en la cadena productiva y acercar productos de primera calidad a precios accesibles para la población.
La estirpe campesina del alcalde ha sido clave para comprender a fondo el valor del campo. Bajo su liderazgo, el municipio ha impulsado proyectos productivos, procesos de tecnificación agrícola y, especialmente, una verdadera revolución en la infraestructura rural: cientos de kilómetros de vías terciarias han sido intervenidos, y otros tantos han sido construidos desde cero.




Este trabajo se refleja hoy en la zona alta de la Serranía, donde miles de productores agradecen una gestión que busca devolver a La Paz su esencia: ser un territorio 100% agrícola. Pero el trabajo no se detiene. En los últimos días, el alcalde ha centrado su atención en la parte baja del municipio, específicamente en las veredas del corregimiento de Varas Blancas, reconocidas por producir una de las mejores yucas del país.
Con la revolución de las cosas pequeñas y la importancia puesta en la gente, el gobierno del Cachaquito, como cariñosamente lo conocen, avanza en la consolidación de una riqueza inagotable: la riqueza natural y campesina de La Paz.