Este miércoles, Rusia aseguró haber eliminado a más de 60 militares ucranianos tras lanzar un misil balístico Iskander sobre una base en la región de Sumi, cerca de la frontera. Según Moscú, este ataque forma parte de su estrategia para establecer una “zona de seguridad” en el área.

Al mismo tiempo, Ucrania sigue contando las víctimas del devastador ataque del martes en Kiev. Los servicios de emergencia confirmaron este miércoles que ya son 28 los muertos, la mayoría de ellos hallados entre los escombros de un edificio residencial de nueve pisos en el distrito de Solomianski, uno de los más golpeados.
Durante la madrugada, la Fuerza Aérea ucraniana logró interceptar 30 de los 58 drones kamikaze lanzados por Rusia sobre nueve regiones del país, en una ofensiva menos intensa que la noche anterior. En paralelo, el Ministerio de Defensa ruso afirmó haber derribado 48 drones ucranianos sobre ocho de sus regiones, incluyendo dos cerca de Moscú.
En otro frente diplomático, Corea del Sur y Japón condenaron enérgicamente el anuncio ruso sobre el envío de personal militar norcoreano a Kursk. La medida fue revelada tras la visita del secretario del Consejo de Seguridad ruso, Serguéi Shoigú, a Pyonyang.