Durante el más reciente consejo de ministros, el presidente Gustavo Petro lanzó una crítica directa a la transformación que ha tenido el vallenato en los últimos años, atribuyéndole parte de esa evolución al impacto del narcotráfico en la cultura popular del Caribe colombiano.
“El narcotráfico se tiró el vallenato”, afirmó el jefe de Estado al hablar sobre La Guajira y el agro de ese departamento. Mencionó, además, que aunque artistas como Silvestre Dangond —nacido en Urumita, La Guajira— han alcanzado gran reconocimiento, el vallenato actual ha perdido parte de sus raíces.
Petro expresó su preferencia por el vallenato clásico, asegurando que hoy el género ha adoptado influencias de la ranchera y el corrido norteño, ritmos también transformados por el narcotráfico. “Se está perdiendo raíces”, advirtió.
En tono más relajado, el mandatario agregó: “Tenemos que hacer un concurso en la plaza Francisco el Hombre para que no digan que me estoy tirando el festival yo, porque yo quiero la cultura. El vallenato tiene cultura indudable en la región, en Colombia”.
Estas declaraciones han generado reacciones entre músicos, gestores culturales y seguidores del vallenato, reabriendo el debate sobre la evolución del género y su relación con fenómenos sociales y criminales.