Su voz, su mirada intensa y su entrega al arte convirtieron a Gustavo Angarita en una leyenda de la actuación colombiana. Con más de medio siglo de trayectoria, su talento trascendió generaciones y dejó una huella imborrable en la cultura del país.
Durante los últimos meses, el artista permanecía bajo cuidados médicos debido a complicaciones derivadas de su enfermedad, que afectaron su salud y su movilidad.
Angarita construyó una carrera sólida en los escenarios y en la pantalla, participando en recordadas producciones como La casa de las dos palmas, La potra Zaina, Chepe Fortuna, Bella Calamidades, La ley del corazón, Bolívar soy yo, La estrategia del caracol y El olvido que seremos.

Más allá de su talento, fue un formador incansable. Desde el teatro, inspiró a jóvenes intérpretes y defendió el arte como herramienta de transformación social.
Su muerte ha conmovido profundamente al gremio artístico. Compañeros, alumnos y seguidores han expresado su admiración por quien consideran un ejemplo de entrega, humildad y pasión por la actuación.
Colombia despide hoy a un maestro del arte escénico, un hombre cuya obra permanecerá viva en la memoria colectiva y en cada historia que ayudó a contar.



