La diputada de oposición Claudia Margarita Zuleta lanzó una dura crítica contra la gobernadora del Cesar por su actitud frente a la propuesta de crear una zona binacional entre Colombia y Venezuela, similar a la que ya se plantea para la región del Catatumbo, en Norte de Santander.
Zuleta cuestionó la postura de la mandataria cesarense, quien ha manifestado públicamente su interés en que el departamento del Cesar sea incluido en esa figura de integración binacional, al igual que el departamento de La Guajira. Además, la Gobernadora ha solicitado la presencia de ministros del Gobierno Nacional en el territorio para socializar la propuesta con la sociedad civil y los medios de comunicación.
Esa actitud, según la diputada, demuestra falta de liderazgo, criterio y posición propia, y es vista como una peligrosa permisividad frente a un acuerdo que, en su concepto, coloca en riesgo la soberanía del país.
“Eso no es integración fronteriza, eso es abrir la puerta a estructuras criminales con aval institucional”, sentenció.
Claudia Margarita también expresó su rechazo a cualquier intento de legitimar acuerdos con el régimen venezolano, al que calificó como “un gobierno liderado por un narcotraficante disfrazado de presidente”. A su juicio, las zonas binacionales pueden convertirse en licencias abiertas para la operación de redes ilegales y actores armados. “Si usted no tiene voluntad para oponerse, por lo menos no se preste para justificar lo injustificable. La Gobernadora no puede actuar como si fuera una espectadora más. Es ella quien debe defender al Cesar”, enfatizó.
Zuleta advirtió que, de avanzar este tipo de propuestas, la seguridad, la economía y la institucionalidad del departamento podrían verse seriamente comprometidas, y que si eso ocurre, la responsabilidad recaerá sobre quienes hoy no se atreven a levantar la voz.
Y es que no todo lo que se presenta como “integración” representa necesariamente una oportunidad. En ciertos contextos, puede terminar siendo la puerta de entrada para dinámicas ilegales, presiones transnacionales y debilitamiento institucional. Por eso, lo que está en juego va mucho más allá de una frontera: es el futuro de un territorio que no puede permitirse decisiones improvisadas ni silencios cómplices.